El duelo en la primera infancia

Cuando me propusieron escribir un artículo para este blog con el propósito de brindar herramientas sobre como acompañar los duelos y cambios significativos y en niños de edad preescolar me puse a pensar cómo encararlo.

Porque no es lo mismo la pérdida de un ser querido, una mudanza, un divorcio o separación que un cambio de jardín de infantes o el cambio de etapa de educación inicial a primaria.

Tampoco es lo mismo para un niño de 2 años que para un niño de 5.

Entonces  me pregunté qué es aquello que ante un cambio nos ayuda tanto a adultos como a niños y también que tomar en cuenta específicamente para acompañar a los niños.

Si alguien nos preguntara que nos transmitieron nuestros padres y es importante para nosotros hoy en nuestra vida, es muy probable que sea algo que observamos en su conducta de manera repetida. Esto nos habrá influido de forma positiva o negativa. Entonces, en nuestra vida adulta es probable que nos encontremos actuando de manera similar.

La pregunta que surge entonces sobre cómo acompañar a los niños ante los cambios es:

¿Cómo nos llevamos nosotros con los cambios en nuestra vida?

Y no solo con los cambios sino con las pérdidas, con los duelos, las emociones.

Nuestras primeras figuras de referencia, aquellos a los que miramos y en los que buscamos seguridad, contención, estabilidad, son nuestros padres. Es a través de sus ojos y su mirada que vamos aprendiendo sobre el mundo y sobre nosotros mismos.

Entonces, la manera en que un niño pequeño pueda adaptarse a los cambios en la vida está influenciada por la manera en que nosotros respondemos a ellos.

¿Qué es lo que nos ayuda?

Autorregulación: El cuerpo es gran maestro que nos da señales todo el tiempo. El expresa en un lenguaje silencioso y profundo nuestros estados y nuestra energía: alegría, tristeza, enfado, esperanza. Si quiero abrazar al niño para transmitirle tranquilidad y estoy tensa, no va funcionar, va a generar un clima donde la tensión se potencia. Ahora es mi tensión y la suya. Podemos aplicar alguna técnica que nos ayude a regularnos y también, ¿por qué no? Compartirla con nuestro hijo.

A mi me maravilla ver como cada vez más, la meditación y el mindfulness está presente en la educación inicial y primaria.

Información: Para los niños, al igual que para los adultos, un cambio implica una salida de la zona de confort, una adaptación a una situación que puede generar estrés y ansiedad que se expresa de manera diferente en cada uno. Explicarle, todas las veces que sea necesario y en un lenguaje claro y acorde a su edad por qué es necesario el cambio, qué puede esperar y cómo lo vamos a hacer, le brinda seguridad.

Honestidad y comunicación:  ¿Cuántas veces ante un cambio que nos desafía ponemos cara de “todo está bien”, aunque por dentro nuestra sensación sea otra? Si nosotros no nos permitimos ser honestos y comunicar nuestros sentimientos y emociones. ¿Qué le estamos diciendo?

Los niños perciben mucho nuestras incongruencias entre el sentir y el actuar. Si vemos el cambio como algo negativo, por más que le digamos otra cosa… mmm… lo va notar.

Lenguaje emocional: Escucharlos. Si, escuchar sus inquietudes, sus dudas y VALIDARLAS.

“No es para tanto” no es una buena respuesta. A veces es parte de esos automatismos que no cuestionamos y que vienen de mucho tiempo atrás. Hoy podemos hacerlo diferente.

Ayudarlo a poner en palabras sus emociones, así sea un bebé. Sí! La diferencia es que cuando es muy pequeño, nosotros le vamos describiendo las emociones “parece que esto te enoja… o te gusta”.

Hay quienes tienen “la idea loca” de que es porque es un niño pequeño no se da cuenta de lo que pasa y quedan “excluidos” de situaciones que los afectan. Una cosa es que no puedan expresar con sus propias palabras o tomar decisiones que corresponden al mundo adulto, otra distinta es que los dejemos afuera.

Foco en lo que sí: ¿Cuántas veces ante los cambios, nos enfocamos en lo que perdemos y no en lo que ganamos?  Todo cambio implica una pérdida, así sea un cambio positivo. Podemos ayudar a nuestro hijo a ver qué es lo bueno que este cambio trae.

Por ejemplo, si es un cambio de jardín de infantes, algo bueno podría ser conocer nuevos amigos, que no significa olvidar a sus amigos anteriores, quizás es posible que se sigan viendo aunque no con la misma frecuencia. Eso sí, que la promesa sea algo que podamos cumplir, no algo para salir del paso.

Espero que esta mirada que apunta a repensar como gestionamos nosotros los cambios, las pérdidas y los duelos, te sea de utilidad para acompañar los procesos de tus hijos.

Si aún así, tu hijo no puede aceptar el cambio, busca ayuda profesional.

Mercedes García Tanatología Coaching ontológico Constelaciones familiares Meditación @mercedesgarciarodriguez_